miércoles, 29 de octubre de 2025

Eric San Andrés: “Escribir es un acto de fe y fortaleza”


Eric San Andrés

Eric San Andrés es un escritor oriundo de Portoviejo (1997) que irrumpe este año con dos obras. A principios de 2025 su ópera prima Rostro al desafío lo puso en el mapa de los autores publicados en Manabí dando a conocerse no solo en su ciudad, también en otras aledañas. Su segunda obra Déjà Vu: Fragmentos que el corazón no calla denota un trabajo a medio camino entre el relato y el ensayo, que reafirma su interés por explorar temas autobiográficos.

Contactamos con él para conocer más de su trabajo como autor y los motivos para abordar los temas abordados de sus dos libros.

 

Eric ¿en qué momento te reconociste como escritor?

Comencé a escribir a los 17 años y con el tiempo entendí que escribir no era solo un pasatiempo, sino una forma de vida, un refugio. Ahí fue cuando me reconocí como escritor: cuando descubrí que a través de mis letras podía transformar el dolor en algo positivo y darle esperanza a quienes también estaban luchando con sus propias batallas.

 

¿Qué escritores y obras han marcado tu vida como lector y autor?

Durante la creación de Rostro al Desafío, obras como Más fuerte que la adversidad de Walter Riso y La última oportunidad de Carlos Cuauhtémoc Sánchez me enseñaron que las dificultades pueden convertirse en oportunidades de crecimiento, mientras que Hace falta una flor de Emilio Mazariegos y De mí para mí: La tormenta pasará y De mí para mí: Puedes con esto y más de Nacarid Portal y Chriss Braund me ayudaron a mirar hacia adentro y conectar con la sensibilidad que a veces callamos. Todos ellos me mostraron que escribir es un acto de fe y fortaleza, y me ayudaron a equilibrar al escritor que busca inspirar con el ser humano que sigue aprendiendo y reconstruyéndose a través de sus palabras.

artescritor, 2025


Los talleres literarios no crean escritores, pero dan herramientas para mejorar los procesos de escritura ¿cuál es tu experiencia en este terreno?

Creo firmemente que los talleres literarios no hacen a un escritor, pero sí ayudan a descubrir nuevas formas de mirar la escritura. En mi caso, mi aprendizaje ha sido profundamente vivencial: aprendí escribiendo, equivocándome, borrando párrafos enteros y volviendo a empezar. Con el tiempo comprendí el valor de recibir orientación y de abrirme a otros puntos de vista. Participar en espacios literarios, como el Taller de Escritura “Arte Escritor” del gestor cultural Verdi Loyola, y rodearme de personas que también aman escribir, me permitió pulir mi estilo y ganar confianza en lo que escribo. Ese taller me enseñó que no hay una forma “correcta” de narrar, sino una forma sincera, y eso es lo que busco en cada uno de mis libros: que cada palabra tenga verdad y que cada texto lleve un pedazo genuino de lo que soy y de lo que quiero transmitir.

 

Rostro al desafío es tu ópera prima ¿de dónde surge la necesidad de escribir y publicar esta obra?

Rostro al Desafío nació en uno de los momentos más difíciles de mi vida, de la necesidad de darle sentido al dolor y transformar la adversidad en inspiración. Convivir con la epilepsia, la depresión y la ansiedad me llevó a escribir desde la superación, no desde la victimización. Con el tiempo comprendí que mis palabras podían servir a otros que enfrentaban sus propias luchas. Publicarlo fue un acto de valentía y liberación, y cuando los lectores se sintieron identificados, entendí que todo había valido la pena: incluso en medio de las adversidades, siempre existe una manera de levantarse.

 

¿Cuál fue la recepción que tuvo tu primer libro?

La recepción de Rostro al Desafío fue muy especial y superó mis expectativas. Al ser una obra tan personal, escrita desde mis propias vivencias y heridas, sentí temor al publicarla, pero pronto descubrí que mis palabras conectaron con muchas personas. Recibí mensajes de lectores que se sintieron identificados, que encontraron en mi historia un mensaje de esperanza y fortaleza. Ese apoyo fue invaluable, porque entendí que mi libro no solo contaba mi historia, sino también la de muchos que luchan en silencio. Rostro al Desafío me abrió puertas, pero, sobre todo, me confirmó que escribir tiene sentido cuando tus palabras logran tocar el corazón de alguien más.


Cuerpodevoces, 2025



Déjà vu se titula tu segundo libro, y a diferencia de tu primera obra, hay una exploración generalizada sobre un tema universal y no personal ¿por qué?  

Déjà Vu: Fragmentos que el corazón no calla representa un cambio natural en mi escritura, porque mientras Rostro al Desafío nació de mis experiencias personales y de la necesidad de compartir mi proceso de superación, este segundo libro surge de la observación de sentimientos universales: el amor, el desamor y las emociones que todos vivimos en nuestras relaciones. Durante la pandemia comencé a bosquejar estos escritos sueltos, como una forma de procesar momentos difíciles, y con el tiempo se convirtieron en una obra que refleja la experiencia humana en general. Quise explorar cómo nos conectamos, cómo sentimos y cómo a veces callamos lo que el corazón grita, abordando temas que cualquiera puede reconocer y sentir desde su propia historia.

 

El amor y el desamor son temas interminables explayados desde perspectivas individuales ¿cuál es el aporte desde tu obra?

Mi obra Déjà Vu: Fragmentos que el corazón no calla aporta una mirada cercana y sincera sobre el amor y el desamor en el contexto de las relaciones de pareja. Cada texto explora las emociones que surgen al amar, al ilusionarse, al romperse o al reconciliarse, reflejando situaciones que muchos vivimos en lo cotidiano. El aporte de mi libro es mostrar cómo los sentimientos, a veces complejos y contradictorios, moldean nuestras relaciones y nos enseñan sobre nosotros mismos, invitando al lector a conectar con sus propias experiencias sentimentales de manera profunda y reflexiva.

 

Hasta ahora tu obra ha demostrado ser un híbrido entre la memoria, el ensayo y la narración ¿continuarás escribiendo en esta misma línea o incursionarás en otros géneros literarios?

Hasta ahora lo escrito me permite conectar lo personal con lo universal, transmitir emociones y reflexiones de manera auténtica, y acompañar al lector en un viaje íntimo. Sin embargo, no cierro la puerta a incursionar en otros géneros literarios; creo que cada historia y cada emoción piden una forma distinta de contarse. Mi objetivo seguirá siendo escribir desde la sinceridad y el corazón, pero estoy abierto a experimentar con nuevas voces, estilos y géneros que enriquezcan mi escritura y me permitan seguir explorando la complejidad de la experiencia humana.

 

Y finalmente ¿en qué otros proyectos literarios te encuentras en la actualidad?

Actualmente estoy desarrollando nuevos textos para Déjà Vu: Fragmentos que el corazón no calla, profundizando en las relaciones de pareja y en los sentimientos que a veces dejamos sin expresar, con la idea de construir una segunda colección o volumen. Al mismo tiempo, estoy pensando de a poco en una continuación de mi primer libro, Rostro al Desafío. Estos planes deseo desarrollar como proyectos para 2026. 



domingo, 5 de octubre de 2025

Libros para olvidar rápido


 

Las librerías en Manabí encontraron un nicho de subsistencia en obras de corte rosa: historias que hablan del amor recargadas de drama, de la soledad como enfermedad llevada al espectáculo, de la dependencia a drogas como parte de la “identidad”; personajes viviendo y muriendo en mansiones, viajando alrededor del mundo, comiendo en restaurantes exclusivos…

Esta camada de obras literarias es visible en casi todos los puestos de libreros y librerías que pululan en Manabí. Novelas de portadas con títulos directos, sin rodeos, anunciándole al lector de que el amor y desamor son el motor de muchas de ellas. Por aquí no hay sorpresa, solo la continuidad de un tema interminable que cada tanto varía de protagonistas.

¿Han recabado que muchos de los personajes de estas obras son amantes inolvidables? Hombres y mujeres que no temen a vivir como si fuera el último de sus días, que asimilan la vida como una carretera en la que deben ir a toda velocidad hasta estrellarse con todos los obstáculos posibles.

Hace poco hice un recorrido en algunas de estas librerías, mi objetivo era saber qué estaba sucediendo con la literatura manabita, pero no encontré nada, nada que me dijera como lector lo que ocurre en esta provincia, nada que delatara a la camada de nuevas voces y propuestas.

Muchos de los libreros ignoran lo que sucede con la producción local, no conocen a los autores de su provincia, no tienen un sensor para saber qué títulos son recientes y por eso para varios de ellos todo este territorio es extraño y lo extraño se repele.

Las librerías en Manabí, casi todas, tienen en su catálogo las mismas obras de corte rosa. Libros de moda y publicados por influencers. Libros tendencia que resuenan y constan en listas replicadas en redes sociales. Libros para leer y olvidar rápido.


lunes, 15 de septiembre de 2025

Venderse al mercado editorial


¿La literatura es tomada en serio? ¿Es necesario cada nuevo título publicado? ¿Se venden, leen y comentan las novedades literarias? ¿Cuántos autores crean a partir de tendencias impuestas por el mercado editorial?

Monk (desde el estereotipo del docente-escritor que se toma su trabajo literario en serio, tanto que sus libros se venden poco o no se venden, y quienes logran leerlo rara vez lo entienden) no quiere caer en la trampa que muchos de sus colegas se encuentran: sumando títulos a un mercado que se mueve por las modas, por los temas que los sellos editoriales y los medios de comunicación han empoderado. Pero cae. 


 


De eso va American Fiction (2023, Cord Jefferson) de acentuar la decadencia de un escritor tras venderse al mercado editorial, de aceptar a regañadientes que no se necesita de escritores genios concibiendo obras trascendentes, solo el interés de editores de grandes sellos y su “magia”.  

La película toma distancia de la novela, y quizás es lo que buscaba Percival Everett desde Erasure, al pretender ser una broma ante el mundillo literario, ante la mercantilización de temas de coyunturas. Una broma edulcorada pensada para la diversión de las masas. Una excusa más para resaltar que la industria editorial (y todos los actores alrededor) piensa en la literatura como perros calientes o hamburguesas: un producto sencillo, barato y masivo que sirva para hacer dinero.     


domingo, 7 de septiembre de 2025

La desconexión será el final


 

Uno de los personajes de la novela Culoflaco (inédita) de Marco Martínez está convencido que más temprano que tarde todo el mundo virtual que se conoce colapsará, que la música que los melómanos actuales poseen y consumen desde Spotify se borrará de sus cuentas y dispositivos; que las bibliotecas virtuales con miles de ebooks ya no estarán en sus kindles.

En este mundo de caos sin internet, sin apps, sin banca móvil, sin Amazon, sin Netflix, sin luz eléctrica…no podrán sobrevivir todos los nacidos en la era virtual; aquellos criados por una pantalla, toda esa legión acostumbrada a interactuar y comunicarse solo a través de redes sociales. Para ellos la desesperación de la desconexión será una muerte sufrible.



Y es que el terror moderno, es estar desconectado de la vida virtual donde se interactúa diariamente. Esa vida de redes sociales donde no decir qué se hace, con quién se está y dónde se está, es caer en una condición de fantasma.

¿Este sería el fin del mundo? Por lo menos para una gran parte de la población mundial sí. Hombres y mujeres pegados a una pantalla. Hombres y mujeres interactuando con otros similares, explorando todo a su alrededor, alimentando sus intereses muchas horas al día.

La vida de Chuck (2024, Mike Flanagan) se compone de tres partes, y es la primera que aborda el tema desde un terror que parece no afectar del todo a quienes nacieron y crecieron en una época pre virtual. Hombres y mujeres que conocieron la interacción real.

La película aborda otro tema, pero eso no interesa aquí, solo la destrucción de la virtualidad, con una radicalidad terrorífica que suena a advertencia.  


sábado, 16 de agosto de 2025

Fantasmagoría Staley o el testimonio de la soledad


Primero fue el caos

2019 fue un año significativo para mí: estar por primera vez en un quirófano (en una operación que no se la desearía ni a mis enemigos) y volverme padre por tercera ocasión. Dos eventos que desataron un clic interno donde la soledad y una fuga inminente parecían la única luz en la cual irradiar todo el caos del paisaje.

Entonces conducía un Suzuki rojo destartalado y aplastaba el acelerador más de lo recomendable. La carretera y yo en una lid que deseaba perder a toda costa. Así pasaría algunos meses con la idea oscura rumiando cada día, en una imagen destructiva que incluía un barranco y un auto achicharrado al final.

En esos días, en esos meses, supe que la fiesta fúnebre que clamaba exponerse tenía un camino seguro: una pantalla. Ahí empezó el boceto de lo que al final de ese mismo 2019 se llamaría Fantasmagoría Staley. Porque en esos meses me sentí un espectro que deambulaba en su hogar, una voz que no se oía a sí mismo.

La historia de muerte de Layne Staley, el vocalista de Alice in Chains; el tipo alejado de su banda y cuyo cuerpo encontraron en estado de descomposición en su departamento tras una sobredosis de heroína y cocaína, me sirvió de excusa para abordar un tema que en ese momento lo sentía fuerte, como una especie de aureola con la cual brillar en la oscuridad donde permanecía.

Al final de ese año, aún vivo, finalizaba la primera versión de un poemario que había fluido, que se escribió mientras el silencio en el hogar era perturbador y veía por el ventanal del departamento el alba y aún colillas humeantes testimoniando el desvelo constructivo del hogar de un fantasma.  

 

Un manuscrito dando tumbos

Los primeros meses de 2020, tal vez antes de que la pandemia nos volcara a situaciones de sobrevivencia, finalicé el poemario. Estaba encantado con el resultado, porque se trataba de una construcción unificada que abordaba el tema de algo que me perturbaba y que había logrado, en cierta forma, desterrar y trasladar a la poesía.

No tenía editorial a la cual enviarle la propuesta, así que lo envié a una convocatoria nacional. Deseaba que el poemario se publicara y el premio de ese concurso daba la posibilidad de ello. Sin embargo, la propuesta pasó desapercibida para el jurado de ese año. Luego de ello reescribí y agregué algunas páginas.

Al siguiente año un nuevo concurso llamó mi atención y volví a enviar mi poemario. Al igual que el concurso anterior no fue del interés de nadie. ¿Debía reescribir todo y volverlo digerible? ¿Hacer que la oscuridad que gobernaba la propuesta se transformara en algo rosa? Descarté cada idea descabellada.

 


La realidad de un libro

Habían pasado cuatro años y Fantasmagoría Staley continuaba inédito. Era 2023 y creía que el poemario nunca se publicaría, que cumpliría su designio fantasmagórico atrapado en un archivo de mi computadora y en el respaldo impreso en mi escritorio.

Ese mismo año encontré una nueva convocatoria para publicaciones inéditas. Ya no creía en ningún concurso y, sin embargo, envié la propuesta y me olvidé de toda ilusión anterior.  

Y una tarde, mientras me encontraba en el trabajo, mientras leía y corregía páginas ajenas, me llegó la felicitación de un amigo, por mi triunfo, que me lo merecía, que se alegraba por el reconocimiento... Sorprendido reconocí, minutos después, que mi poemario, luego de mucho tiempo, encontraría lectores. Que la Convocatoria Editorial del Gad Cuenca lo designaba como ganador en la categoría de poesía.  

 

La presentación

A cinco años de la escritura de Fantasmagoría Staley y a uno de su publicación, la primera presentación se realizará en Manta (pero primero se pensó en el marco de la Feria Internacional de Cuenca, que lamentablemente se canceló) y no puedo dejar de pensar en ello: en el reencuentro con el fantasma de 2019, un año que debió ser mejor.

 

Día: miércoles 27 de agosto de 2025

Lugar: Sala Mac

Hora: 19h00

Ciudad: Manta

Acompañan: Ana Rivera Solórzano (docente universitaria) y Xavier Soto (lector y melómano)

Acceso libre


domingo, 10 de agosto de 2025

Contemplación del abandono


 

La contemplación del abandono, ese mirar un horizonte donde el desierto es todo el paisaje, donde una voz impaciente sobre la arena ardiente clama por sí, por la ilusión que va achicharrando la esperanza de rescate que no llega, porque no se clama por ninguna.

Así, Evidencias del destierro (Ediciones del volcán, 2025) de Walter Jimbo, es un recorrido interno al clamor de un paisaje abrupto (compañía, deseo, lujuria), porque aquí, en este cúmulo de versos donde el mal tiene forma femenina, es la ilusión dañina a la que, contrariamente, se busca y llega con insistencia.

Este poemario es un acto masoquista y reiterativo en la obra poética de Jimbo; la seña particular que destaca su poesía.

lunes, 28 de julio de 2025

El recuerdo desfigurado



 

Entre 2020 y 2021 me dediqué a escribir lo que sería Demonios Quisquillosos (CCE, 2022), una colección de historias cortas que tenía a la música extrema como enlace. Un conjunto de situaciones donde los personajes intentan sobrevivir a ellos mismos y sus decisiones, casi siempre erradas.

Hace poco un lector me comentaba de su experiencia junto a esta obra y como el cuento titulado Secreto le recordaba en el inicio una historia que de niño también vio en un canal nacional. Pero él, fue más allá, buscó, halló y compartió la fuente noventera, una película de terror que a muchos impactó.

Lo curioso de todo esto es que tras casi treinta años de ver esta historia (hago cuentas de que quizás fue en el 93 o 94) mi recuerdo varió, es decir, al volver a la ficción audiovisual reconozco que algunos detalles cambiaron, que no era un dibujo el que delataba al protagonista y que una garra no acababa con su vida.

¿Qué me pasó? ¿Qué le pasó al recuerdo de la historia? No me lo explico, pero algo permaneció: la esencia de la historia, donde un hombre debe lidiar con un secreto que lo carcome, eso que guarda y que cada día pugna en llegar a una superficie que es su esposa y con ello la muerte.

La obra, no está demás decirlo, le pertenece a Stephen King (en ese tiempo aún no conocía su obra literaria). Una historia de terror escrita en sus mejores y más salvajes años.

Si en algún momento llegan al libro y al cuento mencionado, sabrán a que me refiero. Entenderán como los recuerdos, con los años, empiezan a desfigurarse de a poco, cambiando la forma, aunque manteniendo la esencia, tal vez, lo único importante.